Volver a ‘Entrevista a Roberto Canessa’, Parte I
¿Qué dos o tres tips podría dar sobre como actuar en momentos de crisis? Por que muchas veces, el pánico se apodera de la situación.
Primero, calma. Analizar la situación en forma muy cautelosa. No salir corriendo a hacer algo desesperado, porque hay veces que no tenés mucho margen. Allá en la nieve, teníamos que ajustar la energía y hasta el calor. Cada paso tenía que ser pensado. Luego, hay que empezar a actuar. Pero desde el análisis, desde sabiendo qué se quiere cambiar, qué estrategia vamos a tomar para cambiar el rumbo.
¿Se puede prevenir una situación de crisis o, al menos, prepararse?
Si tomás riesgos inusitados, vas a estar en algún momento en una situación inusitada. Aunque por supuesto que todos tenemos nuestra propia Cordillera, que te va a tocar en menor a mayor grado, pero que va a estar. A veces puede ser la enfermedad de un hijo o un accidente vial grave, nadie lo sabe. Y, para que le pasa, será una Cordillera realmente grande, porque no existe un dolorímetro ni un angustiómetro. Con tu Cordillera o sin ella, lo importante creo que es ser generoso y abierto para con los demás. Cuando más una persona se encierre en si mismo, más mal te vas a sentir. En las empresas pasa lo mismo. Por eso hay que dar más y por eso las empresas ya lo están haciendo, con programas de RSE por ejemplo.
¿Ser mejor persona o empresa ayuda a ser más productivo?
Si uno genera cambios hacia los demás tiende a ser más productivo y a transformar los espacios de trabajo también en ese sentido. Hay conductas, actitudes, hábitos y hasta formas de pensar que conspiran contra la creación de estos espacios. Es difícil, pero hay que crear una cultura de trabajo productiva. Muchas veces las mismas personas se enfrascan en pensar que el jefe los está jorobando, que le pagan menos que lo que se merece, que son los giles de la empresa, y eso no contribuye.
Una de sus características es que no es ‘políticamente correcto’: ¿hay que decir siempre la verdad?
La verdad tiene pocos amigos y son todos suicidas (ríe). A veces ser políticamente incorrecto me genera problemas, pero es la historia de mi vida. Pero eso es lo divertido, esa es la vida, si no, te pasaste 10 años y están en el mismo lugar. Es divertido sacudir las estructuras, ser diferente, cambiar.
¿Ese espíritu es el que lo llevó a sobrevivir en la montaña?
No hay que romper por romper, no se trata de eso. Más difícil es techar que tachar. En los Andes, no comíamos la carne de los amigos sólo por hacerlo. Teníamos que hacerlo y era un compromiso mío que, si a mi me tocaba morir, entonces mi cuerpo iba a servir de combustible para los demás. Al verlo de esa forma, se transforma en un proyecto de vida muy interesante. Mi respeto es con sus familias. Es el preámbulo de la donación de órganos. La donación de energía.
¿Su experiencia en los Andes lo llevo a ser médico?
Yo hago ecocardiografía en los niños antes de nacer. Y siempre me preguntaba por qué me llamaba tanto la atención y me conmovía ese niño y su corazón, a veces no sano. Y luego me di cuenta, que ese niño era como yo cuando estaba en la cordillera. Yo estoy viendo a ese niño con esa ventanita, y era como cuando estaba en el avión viendo la luna, viendo la vida a fuera y la vida adentro y me empecé a comunicar con esos niños. Y a pensar que si yo pude sobrevivir ellos también pueden hacerlo. Y tal vez no pueda hacer resucitar a mis amigos, pero si que ese niño viva, y que luche por vivir. Y empecé a encontrar en esos niños que son como mensajeros del amor, porque han vivido tantas operaciones y tantas cosas que como que te enseñan a vivir. De repente hay niños que están sanos pero están deprimidos y tienen que ir a psicólogos. Y ese niño, pequeño, con medio corazoncito, es como un motor que los lleva a todos adelante. (N de la R: sobre este tema escribió un libro, luego de entrevistar a las familias: el medico en la montaña).
Usted es un gran crítico del confort…
El confort te paganiza, te anestesia. A veces el hombre va en busca del confort, del aire acondicionado y las comodidades, que te permiten quedarte y estar cómodo. Y así pasan 10 años de tu vida sin nada nuevo que contar. Tenemos que buscar cosas que nos apasiones, emociones, que te gatillen.
¿Podemos transpolar ese concepto a las empresas?
Por su puesto. Las empresas crecen y, a veces, se achanchan y quedan aparcadas en la zona de confort. Y eso tiene sus consecuencias. Por eso, los fines superiores los que hacen que las empresas sean superiores.
Los Antes te pusieron muy alto para mucha gente, para los que sos su referentes ¿Quiénes son tus ídolos, tus referentes?
La gente que hace el bien y que piensa diferente. Bergoglio, por ejemplo. Hace unos años, en una conferencia, se encuentro con un médico que me empieza a contar que tenía medallas de oro y premios en todos lados, que era el cardiólogo de Maradona y tenía un departamento en no se donde. Cuando termina la conferencia, la misma persona viene y me dice que estaba desesperado, que su vida se caía a pedazos, que su hijo era drogadicto y que su hijo se quiso suicidar tres veces. Entonces empezás a darte cuenta que tenés que meter un poco de humanidad en las cosas. En la sencillez y humanidad de Bergoglio encuentro algo lindo para vivir más felices.
Nota: Una versión de enta entrevista fue publicada en la edición de septiembre de 2013, del suplemento Management, de El Cronista Comercial, Argentina.