Hace una semana o quizá dos que me voy de la redacción del diario en donde trabajo pensando qué más se puede hacer. Me tomo el subte y sigo pensando en periodismo, algo habitual para los amantes de esta profesión. Y pienso en fuentes, temas, historias y fotografías. Pero también se me ocurre que debe haber algo más para hacer. Y entonces pienso que los periodistas hablamos demasiado de fuentes, temas, historias y fotos, y nos olvidamos de los que dirigen el diario, los ideamos como lejanos en el mundo de la profesión.
Se habla mucho de calidad de la información, aunque poco de la gestión de los medios por los que esos mensajes se transmiten. Se debate acerca del rol de los de los diarios y revistas, y se observa en silencio como las personas dirigen su atención hacia otros formatos. Y entonces vuelvo a pensar que no está tan mal los textos y las fuentes, sino que hay más cosas por hacer en la vida de gestión. Uno quiere que lo lean más personas y que el impacto de las historias que contamos se pueda sentir y ver en los demás.
Entre tanto, los lectores se escapan y los anunciantes migran, y comienzan a aparecer los manotazos como de ahogados de los dirigentes de empresas periodísticas. Esos, al igual que los periodistas, piensan que los textos y las historias están mal, y se limitan entonces a cambiar el producto, a hacer garabatos en cuestiones irrelevantes. Cuando en la gestión estaban los problemas.
Me aboque en los últimos días a leer comentarios de directores y dirigentes de empresas periodísticas de Argentina (en especial de los diarios y portales porteños La Nación, Clarín, el antiguo Página 12, Perfil y el viejo Ámbito Financiero) y a escuchar sus voces a través de colegas de Infobae, La Prensa y El Cronista. Me dieron mucha gracia, porque hablan en términos de “prueba y error”, “publicidad oficial”, “lo que a la gente le gusta”, “los diarios como los libros nunca van a desaparecer”, “se nos están robando la pauta”, “nos morfa el gigante Clarín con anabólicos” y una larga lista de etcéteras.
En ningún momento, ninguno de ellos, dio siquiera un elemento para pensar que se habían capacitado lo suficiente para hablar con el rigor y profesionalismo propio de un dirigente de empresas, que sabe de lo que habla y que conoce del mercado más allá de la intuición o la experiencia. Dos componentes claves en la dirección de un medio periodístico, pero no los únicos.
Así fue como después de una o dos semanas me convencí de escribir sobre Media Management o más bien dirección de medios de comunicación, una disciplina que incluye finanzas, costos, liderazgo y organización de empresas, pero también certezas sobre circulación, publicidad, audiencia y impresión, entre otra docena de conceptos propios del mundo informativo. Espero que sirva. Y gracias.