Leyendo “The Undercover Economist”, del columnista del Financial Times Tim Harford , me topo con la siguiente frase: “El objetivo de un sindicato es evitar que los trabajadores compitan entre sí para obtener empleos, lo que haría que los salarios y las condiciones de trabajo empeoraran.” En otras palabras, si se restringe la competencia, los salarios aumentarían. El tipo no descubrió la pólvora, simplemente vincula el principio de la escasez a los trabajadores. En países como Argentina, hay enorme escasez de ingenieros por ejemplo, y eso hace que sea una profesión muy bien paga para los que están en ese sector. Del otro lado encontramos a profesionales liberales como son los abogados y contadores. En su rubro no hay escasez, ya que las universidades escupen miles y miles de graduados de esas carreras todos los años. Por eso se organizan y generan por sí mismo la escasez: se matriculan y circunscriben sus posibilidades de trabajo a una determinada jurisdicción. Aquellos matriculados en Córdoba por ejemplo, no pueden ejercer en la Ciudad de Buenos Aires. Ahí viene la pregunta: ¿los periodistas no deberíamos matricularnos?
La primera respuesta es la que yo pensaba hasta estar escribiendo esto: no hay que limitar ni restringir la libertad de prensa y bla bla. Pero en tiempos de internet, en los que todos pueden decir lo que quieran cuando quieran, tal vez haya que volvernos a hacer la pregunta, y volver a pensar si conviene o no que los periodistas que firmen en un periódico tengan que estar o no matriculados para hacerlo. En la actualidad, la enorme mayoría de los periodistas de la región cobran salarios inferiores a lo que se puede esperar para mantener una vida familiar digna. Tal vez incrementando las barreras de entrada a la profesión generemos esa escasez que eleve los salarios.
Bajo este pensamiento, bien podría pensarse que son los mismos dueños de los medios los que no quieren que los periodistas se matriculen. Después de todo, en buena parte de la región, la mayoría de ellos no han terminado una carrera universitaria. Las matrículas, como en el caso de los médicos, abogados y contadores, sólo se entrega a quienes hayan terminado ciertos estudios y tengan una comprobada actitud ética. Aunque suene polémico, una matrícula profesional ayudaría a filtrar a los buenos de los malos periodistas y a dar transparencia en la profesión desde el punto de vida del lector.