Los medios se quejan que Google no les paga y reniegan que sus contenidos subidos a la web están rápidamente expandidos por cientos de blogs y páginas, que nunca pagarán regalías y ni siquiera muchas veces mencionan la fuente. Pues bien, ¿porqué no puede ser al revés? En la región, salvo contadas excepciones, la web tiene un papel secundario en los contenidos de los diarios, aunque muchas veces lo que aparece online en sitios que son hasta anónimos tiene más sentido que una columna del periodista estrella.
Descubrí Oblogo hace algunas semanas. Sale hace casi dos meses en Buenos Aires, y es una revistita gratuita con un excelente diseño y unos contenidos muy pero muy buenos. Lo distinto es que los contenidos surgen de blogs que rastrean y eligen. Los post tienen una función: divertir, entretener y desestresar en la vuelta del laburo en bondi, tren o subte. Es un medio pequeño e inminente, pero es una certera revancha de lo impreso sobre lo online, y una buena estrategia para captar lectores que podría ser aplicada por el papel.
Salieron algo así como 8 números (uno por semana) y tres me llegaron a través de personas a las que a su vez otras personas se las habían dado (se entiende?), lo cual me hace pensar que el readership debe al menos cuadriplicar su tirada. Me preguntaba esto hasta que descubrí el motivo: en la última página una cartelito reza lo que sigue. No se quien la hace, pero felicitaciones:
¿Ya me terminaste de leer? No, no me tires a la basura. ¿Hice que tu viaje sea mejor? Me alegro. Imaginate yo. Si me tirás, por ejemplo, a un tacho. Después cierran la bolsa. Me quedo sin aire; no veo nada. Tengo un chicle masticado pegado en la tapa. La página 2 pegoteada con restos de alfajor. Al lado mío el diario ése sin onda. Un viaje de terror en un camión vaya a saber a dónde. Y después no me quiero imaginar. No me hagas pasar por eso. No me tires.