Como muchos habrán notado, Ambito Financiero cambió drásticamente de diseño el 3 de diciembre, y escribo este post no para dar una opinión sino para hacer una pregunta: ¿Es conveniente hacer un cambio de diseño tan drástico de un día para el otro?
Ni siquiera esperaron la pausa del fin de semana. El cambio quizá no sea tan dramático en la tapa, donde se han abandonado los clásicos recuadros de puntas redondeadas por otros de rectángulos perfectos, y se abrió un header arriba del título, que además se clarificó.
Pero en el interior, el diario es prácticamente otro. Estimo que la claridad de la información habrá sido el objetivo de los diseñadores, siempre tan recargado de información, notas y micro-notas una bajo otra, o mejor dicho, una “dentro” de la otra.
Parece más blanca la página, pero sólo por el interlineado doble que se mantiene en todo el texto, que le da una especie de imagen de periódico barrial. Tan sólo son percepciones de alguien que no estudió diseño, pero sí de un lector.
Contaba al lado mío un colega con varios años ya de periodismo en la agencia ANSA y en Mitre –es decir, jamás se tuvo que preocupar por el tema diseño en su trabajo- que cuando Clarín (en ese momento comandado por Roberto Guareschi) cambió el formato en 1992, lo hizo pausadamente, con un cambio muy menor por semana, en el que se iba migrando al nuevo diseño que querían lograr.
Finalmente tras comparar el diario del “principio del cambio” con el de tres meses después, se notaba el giro, notablemente. Eso permitió así acostumbrar a los lectores. ¿Qué pasó entonces con Ambito? Ni mi colega ni yo todavía lo entendemos.